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LAS RESPONSABILIDADES SOCIALES DE LA ESCUELA

La escuela tiene responsabilidades sociales. No solamente aquellas que le asigna la ley o las que antropológicamente le corresponden como uno de los pilares de la cultura de los pueblos. La escuela asume ante la sociedad el compromiso de educar, por supuesto, pero también tiene un compromiso con la comunidad y con la humanidad, pues es parte de un proyecto que va más allá de las normas administrativas, de las necesidades de aprendizaje de unas edades concretas. La escuela debe asumir la responsabilidad de ayudar a ayudar a modificar actitudes básicas y mejorar la vida en la comunidad en la cual está  ubicada, preocuparse por el bienestar social de los alumnos sin olvidar el de sus familias, acoger a niños de diferentes culturas y características, aceptar la integración y las diferencias en lo étnico y en lo médico, procurar la eliminación de barreras físicas y culturales para padres y alumnos, promover buenas prácticas ambientales, ayudar y educar a las familias a que tomen sus propias responsabilidades educativas y exigir (y educar) a las administraciones públicas que asuman sus propias responsabilidades sociales.
Hoy empieza todo es cine social, rodado con técnica documental, con algunos actores profesionales y otros tomados directamente del medio educativo. Para acentuar el efecto documental de la película, que crea una gran verosimilitud, el director utiliza con frecuentemente planos-secuencia y travellings con la cámara al hombro.
Es una crítica de la indiferencia y burocratización del sistema de asistencia social, de las autoridades que miran  a otra parte, de los ciudadanos que piden ayuda y bendicen el comunismo, pero cuando pierden los beneficios se marchan llorando a un partido de ultraderecha, de un sistema pasivo, despreocupado de la realidad y más interesado en informes y tecnicismos que en los problemas diarios. Por otra parte, es una película optimista, que llama a la responsabilidad de todos los integrantes de la comunidad, que muestra la posibilidad de mejorar el sistema desde dentro.

Sinopsis: En un pequeño pueblo del norte de Francia, el 30% de los 7.000 habitantes está en paro a causa de la crisis de la minería; Daniel, de 40 años, es el director y profesor de la escuela infantil que sin eludir sus propios problemas personales, asume que pertenece a una larga cadena de hombres y mujeres que han luchado durante siglos por sobrevivir en esa lejana y dura región minera. Y decide  que no puede hacer otra cosa que seguir esa lucha. Un día, la madre de una de las alumnas llega borracha a la escuela, sufre un colapso y deja allí a su bebe y a su hija de cinco años. El profesor decide tomar cartas en el asunto, y solicita la ayuda de la comunidad y de los padres de sus alumnos. Su trabajo como docente será cuestionado. Refleja toda la problemática de una pequeña comunidad industrial: paro, alcoholismo, desestructuración familiar, abusos... y sobretodo la falta de esperanza en el futuro que aflora de cada uno de estos problemas. De este modo la escuela se convierte en una isla de color donde los niños pueden escapar de la cruda realidad que les envuelve.
Es película de denuncia, utilizando ciertas técnicas cercanas al documental, cumple con todos los objetivos que se marca, constatando la falta de atención de las autoridades e instituciones públicas hacia la educación infantil, la falta de apoyos a las familias más humildes (por la que los niños terminan pagando), revelando repulsivos movimientos político-burocráticos y otras injusticias de diverso pelaje. Es un homenaje a la figura del educador, auténtico héroe aquí, personificada en el protagonista, Daniel Lefebvre (Philippe Torreton), un hombre que emprende una lucha titánica cada día enfrentándose a toda la precariedad que rodea al centro donde imparte sus enseñanzas a niños pequeños, a veces viéndose obligado a ejercer como asistente social, y luchando contra la miseria moral y material de algunos de los familiares de los alumnos.
El profesor es un hombre extremadamente amable y paciente, pero no duda en ponerse firme para defender sus convicciones en determinados momentos. La ingente cantidad de problemas que se ciernen sobre él le harán flaquear en su contienda cotidiana para sacar adelante a sus pupilos y su vida personal, que también atraviesa por diversas dificultades. Cansado de cargar con semejante peso, Daniel llega a plantearse la posibilidad de dejarlo todo y claudicar, algo a lo que finalmente renunciará gracias al apoyo de la familia y de los amigos.


 
El compromiso de la escuela de hoy no puede ser solamente con el alumnado, sus familias y el entorno que la rodea, y va más allá de lo puramente académico, pues está inserta en una problemática global que lucha contra cualquier forma de manifestación violenta (racismo, sexismo...) dentro y fuera de sus aulas. Una Escuela comprometida con los valores democráticos fomenta la participación de las familias implicándolas en el objetivo de hacer una escuela para todos y aspira a trasmitir modelos de vida, valores desde un punto de vista sociológico.

El profesorado tiene que buscar los medios que permitan la participación consensuada de los miembros de la comunidad escolar, y la creación de un clima de bienestar y seguridad en el centro. Dicha comunidad escolar, en colaboración con otros agentes sociales deben crear una conciencia colectiva en favor de una cultura de Paz, entendida como el proceso de realización de justicia en los distintos niveles de relación humana: afrontar y resolver los conflictos de forma no violenta, de manera armónica. Un nuevo estilo de vida y una nueva estrategia para transformar la sociedad de hoy, la sociedad del conocimiento.
La escuela es uno de los instrumentos de transmisión de los valores democráticos y la educación, en conjunto con el resto de la sociedad, el agente más importante para el cambio cultural y el progreso social, ya que permite el desarrollo integral de la persona, la conciencia sobre los problemas sociales y la búsqueda y puesta en práctica de soluciones adecuadas.

Situando esta reflexión en el terreno de lo que debe ser una escuela en su entorno, la escuela, la comunidad educativa, deben ser un actor más en la sociedad, en la que todos somos responsables, familias, administración, medios de comunicación, servicios sociales y sanitarios, agentes sociales, gestores de medio ambiente, empresas, etc. Aún así, la escuela no debe excusar su responsabilidad, pues en torno a ella se mueven las familias y la comunidad, ni los profesores la suya, pues son profesionales no solamente para la instrucción de sus alumnos sino también de su educación.
  

2 comentarios:

  1. Anónimo11:59

    Me gustaria comentar de la película que el protagonista y los admirables profesores que le ayudan asumirán sus contradicciones, los múltiples problemas afectivos de su vida cotidiana y se dedicarán con tanta furia contra las instituciones oficiales como auténtico amor y respeto hacia los críos en la complicadísima labor de enseñar a los niños, de cubrir las necesidades de su estómago, de espantar los ogros ficticios y reales de su desamparada vida

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  2. Anónimo17:01

    Uno de los grandes aciertos de la película es combinar el exterior del aula (inspección, educadores sociales, ámbito socio-económico) con el interior del aula (corros, juegos, canciones con el profesor, fiestas escolares). Parece como si la escuela fuese el único lugar donde todos los alumnos son iguales, el único lugar donde se defienden los derechos del niño, donde juegan, aprenden y son felices. La escuela es como un jardín aislado de los vientos fríos de la sociedad en la que viven.

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