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EL NACIMIENTO DEL CINE



Desde la antigüedad, una lenta etapa experimental precedió al «Cinematógrafo» de los Lumière. Ya fuera por ciencia, curiosidad o espectáculo, se trabajó incansablemente por ofrecer al publico «lo nunca visto», la «ultima maravilla de la ciencia».
Sin esta prehistoria, el cine no hubiera existido. Desde las cavernas, en que la Humanidad dejó plasmados sus dibujos, las sombras chinescas, entre luces de antorchas y sombras, el mito de la caverna de Platón, dejaría de existir, enseñar, divertir y entretener mediante imágenes fue el objetivo de miles de personas, de eruditos e inventores, de actores y saltimbanquis, de fabricantes de juguetes y de comerciantes.
El cine, por tanto, fue producto de una evolución lenta, de una necesidad de la especie humana de expresarse mediante imágenes utilizando las técnicas y posibilidades de cada momento. Para ello se utilizaban los propios conocimientos, como la cámara oscura, los mitos, el folclore y la narrativa, la religión y la ficción creativa. Durante siglos, la gente quedaba maravillada por los inventos que se iban sucediendo, por la magia de las imágenes.
El interés por buscar nuevos caminos exigió la aplicación constante de la técnica y de la investigación sobre los nuevos descubrimientos, por lo que la base del cine está en el desarrollo de la ciencia y la técnica, en la que se basa y a la que le aportó muchos de sus descubrimientos.
Uno de los primeros avances científicos que llevó directamente al desarrollo del cine fueron las observaciones de Peter Mark Roget, que en 1824 publicó un importante trabajo científico con el título de Persistencia de la visión en lo que afecta a los objetos en movimiento, en el que establecía que el ojo humano retiene las imágenes durante una fracción de segundo después de que el sujeto deja de tenerlas delante. Este descubrimiento estimuló a varios científicos a investigar para demostrar el principio, hoy discutido, de la persistencia de la imagen en la retina. Concretamente, se descubrió que si 16 imágenes de un movimiento que transcurre en un segundo se hacen pasar sucesivamente también en un segundo, la persistencia de la visión las une y hace que se vean como una sola imagen en movimiento.
Un instrumento que se convirtió en juguete, el zoótropo, es uno de los antecedentes más claros del cine. Consta de una serie de dibujos impresos en sentido horizontal en bandas de papel colocadas en el interior de un tambor giratorio montado sobre un eje; en la mitad del cilindro, una serie de ranuras verticales, por las cuales se mira, permiten que, al girar el aparato, se perciban las imágenes en movimiento. Un ingenio algo más elaborado fue el praxinoscopio, un tambor giratorio con un anillo de espejos colocado en el centro y los dibujos colocados en la pared interior del tambor. Según giraba el tambor, los dibujos parecían cobrar vida.
Mientras tanto, nació la fotografía, sin la cual no existiría el cine. Hacia 1852, las fotografías comenzaron a sustituir a los dibujos en los artilugios para ver imágenes animadas. A medida que la velocidad de las emulsiones fotográficas aumentó, fue posible fotografiar un movimiento real en vez de poses fijas de ese movimiento.
En 1877 el fotógrafo Eadweard Muybridge empleó una batería de 24 cámaras para grabar el ciclo de movimientos del galope de un caballo.
El cronofotógrafo portátil, una especie de fusil fotográfico, movía una única banda que permitía obtener doce imágenes en una placa giratoria que completaba su revolución en un segundo. Fue un paso relevante hacia el desarrollo de la primera cámara de imágenes en movimiento.
Hasta 1890, los científicos estaban interesados principalmente en el desarrollo de la fotografía más que en el de la cinematografía. Thomas Alva Edison construyó un laboratorio en Nueva Jersey, que se convirtió en el primer estudio de cine del mundo. Su ayudante William K. L. Dickson está considerado por algunos como el diseñador de la primera máquina de cine, el kinetoscopio, que no era propiamente una cámara de cine.
En Francia, los hermanos Louis y Auguste Lumière llegaron al cinematógrafo, invento que era al tiempo cámara, copiadora y proyector, y que es el primer aparato que se puede calificar auténticamente de cine. Se presentó oficialmente al público el 28 de diciembre de 1895.



El cine, desde sus orígenes, es espectáculo, diversión, arte y un factor muy poderoso para formar el imaginario cultural, ideológico y cultural de la sociedad. Pero además constituye una herramienta muy útil y versátil en muchos niveles educativos y en todas las áreas. 
El educador no debe despreciar ninguna herramienta didáctica, y mucho menos ésta tan cautivadora y poderosa basada en la transmisión del conocimiento a través de las imágenes. Uno de los principales objetivos del uso en el cine es aprender a mirar y con ello a analizar lo que otros han querido expresarnos a través de las imágenes.
 A mi juicio, esto hay que situarlo en el ámbito de la séptima competencia básica: aprender a aprender.
 Como dice una cita de Feo Belcari (en Lluis Prats, 2005: 7), el ojo es la primera puerta por la que el intelecto aprende.
Además, debemos tener en cuenta que es una tendencia general de la didáctica actual el uso de las nuevas tecnologías, las cuales, sin duda, abren la puerta de las aulas al cine y, por extensión, a la proyección y elaboración de materiales audiovisuales. 
 El conocimiento a través del cine es un conocimiento integrado, en el que se transmiten y se asimilan los contenidos desde el pensamiento pero también desde la emoción, lo que produce una asimilación natural y muy poderosa desde el punto de vista cognitivo. 
 El uso del cine en las aulas debe contar con unos objetivos de aprendizaje diseñados previamente, los cuales deben estar relacionados con los contenidos del currículum. No vale cualquier cosa ni en cualquier momento. 






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